
Esa terrible sensación de vacío, de perdida, de falta de aliento y de poca energía de moverse, el dolor emocional se carga como cargan las hojas de los arboles en invierno su dura capa de hielo, casi artísticamente, como el cristal del hielo el dolor se ve transparente, se refleja y toma posesión de cada fibra existente de la hoja, como si se decidiera a matarla pero no lo hace, sólo la mantiene en este estado inmóvil, petrificado, inundado de la misma sensación, de que algo se fue, de que algo falta, de que algo es imposible de soportar.
El día de hoy me pongo a pensar, y el dolor es una cosa, quizá con la que tenemos que vivir de vez en cuando y es mas si queremos ser poetas podemos dejarlo salir en una deliciosa melancolía digna de una noche llena de suspiros, llena de sentido y música .
Pero el problema es cuando no lo dejamos salir, el dolor se encierra como una bestia dentro de nosotros, nos grita todo el día, nos pide que lo alimentemos de nuestras lagrimas y lo dejemos irse como fantasma que es.
El problema es que se nos ha dicho que "lo mejor es aguantarse", y estoy de acuerdo que no hay que hundirse dentro del dolor, no hay que nadar en el cuando no hay ninguna necesidad, pero cuando el dolor brilla como maldita lampara de noche, aguantarse solo nos hace inhumanos, estúpidos, aislados.
Y sí, es esta sensación que lo empeora, esta certidumbre de que tu eres el único que tiene este dolor, que lo conoce a esta extensión tan inmensa, el único invadido por este virus que te hace tener el alma negra, el único con el secreto de una pena escondida con sonrisas, el único que sabe que tan largas son las noches sin dormir y las comidas sin sabor.
Es por eso que hoy llego a la conclusión que hay que sacarlo, que hay que aprender a chillar, a llorar, a gritar, a contar nuestras penas, por que creo que la verdadera fuerza es escucharnos en voz alta, confiándole a alguien que tan desesperados estamos, no importa si lo entiende o no, el hecho de decirlo suelta el hechizo del aislamiento, nos quita este estigma de lejanía, nos acerca mas a nuestro estado humano, a los demás, a lo que todos somos.
Cuando otro ser humano ve tu dolor en la cara lo primero que quiere es huir, bien nos han enseñado como estúpida cultura occidental que hay que tenerle miedo al dolor, todo el mundo le huye, y en vez de empatía (que es lo que se debería sentir naturalmente), sienten miedo y poco a poco las personas tienen mas y mas miedo a sus emociones, y de la empatía y se terminan desligando de los otros, lo que nos deja en el horrible y pesado mundo egoísta donde puede haber alguien llorando hecho pedazos en la calle y 100 personas que prefieren voltear al otro lado.
En la filosofía oriental se enseña que el dolor es normal, que es natural y que uno debe afrontarlo, que uno debe compartirlo y curarlo sabiendo que los otros comprenden y desean lo mejor para uno, por que todos los humanos estamos conectados y si uno es infeliz todos lo somos.
"A mi me dicen feliz cumpleaños, y no me dicen, celebra tus años de frustración y sufrimiento (se ríe) ¡feliz sufrimiento!, la gente no se da cuenta que la vida no es solo felicidad, que nacemos para enfrentar pruebas, la gente cree que la frustración indica que has fallado en la vida, no se dan cuenta que todo el mundo, absolutamente todos, hemos sentido frustración, no estamos solos, es perfectamente humano, todos somos iguales en eso"
Palabras de Dalai Lama en "El arte de la felicidad"
Fue con mi dolor en la cara que conocí a mis mejores amigos que se aventaron a llorar conmigo.
El dolor es tan absolutamente natural como la alegría, si tenemos el valor de aceptar que todos lo hemos sentido alguna vez, que todos lo conocen de nombre y apellido, nos daremos cuenta de que tan estúpido es huirle, cuando en vez de eso podemos aprender de el.
Marlin