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No me quiero despedir del año viejo por que simplemente estoy cansada de las despedidas, he tenido mas despedidas en los últimos años de mi vida de las que me quiero acordar.
Creo cuando tantos adioses se acumulan en una sola vida uno crea una especie de caparazón que se convierte en la verdadera esencia de todo su ser, y ya no hay nada mas adentro, solo la valentía, el coraje, la voluntad.
Cuando tengo momentos de melancolía me siento a disfrutarlos, por que ya son tan pocos, tan extraños y ajenos a mi que siento como un privilegio todavía extrañar algo, todavía sentir con alguna intensidad relativa.
Todo ha sido análisis, intelectualización y planificación intensa, voluntad, el año que pasa se lleva otra vez mas mi cansancio y me tengo que preparar para uno nuevo.
Después de algunos años uno se convierte en esa estatua irrompible, y no hay marcha atrás creo, del nuevo año no tengo muchas esperanzas, no tengo tampoco mucha emoción, tengo un poco de miedo, tengo planes, hechos, cosas factuales, bien reflexionadas, un año en metal.
Soy plena, llena de felicidad y orgullo, sonrío todos los días, amo mi trabajo, amo mi vida, pero a veces no se si me quedó corazón suficiente para disfrutar todo eso por lo que he luchado, lo he hecho de una manera tan necia y aferrada que creo que me deshice en el camino, y no tengo problema en aceptarlo, supongo que los sueños son caros.
Pero genialmente, de repente, en noches lluviosas siento de nuevo toda esa melancolía que me caracterizaba, y es abrumador, es magnifico .
Marlin
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